'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

lunes, 22 de julio de 2013

Y es que el amor eterno, amigo, el amor eterno sabe amargo.



Amargo, sí, y digo amargo no porque no me guste
de veras,
digo amargo, porque la amargura es un sabor difícil
difícil  de describir, difícil  de saborear.
Amargo.
Difícil de decir, de mezclar con otros sabores
Difícil de encontrar.
Sólo en el hueso de la almendra, la rúcula, el diente de león, el café, la cerveza, la mostaza china, el licor amareto...
En fin, en pequeñas delicias a prueba de bocas caprichosas
¿No te suena eso? es como el amor eterno
que sólo se encuentra en pequeños detalles
¿No ves, de veras, que el sabor amargo se asemeja al amor?
porque se pega en el paladar y, de verdad amigo, que cuesta despegarlo.
Porque siempre nos sorprende en la calle y en las ensaladas,
en la cama y en el chocolate sin azúcar
Ambos llegan con el mismo traspiés
con la misma tormenta en la cabeza.
Porque nadie va buscando continuamente ni amor eterno, ni sabor amargo
y en cambio, cuando se encuentran, se reciben con la misma pausa de asimilación que precede al instante de la muerte, a la torpe forma con que descubrimos que estábamos soñando
breve mueca, entre sonrisa y sonrisa disimulada
Ves, amigo, como me gusta el amor eterno,
me gusta porque no sabes que es eterno hasta que un día me muero y resulta que tú sigues a mi lado,
agarrando mis ojos fríos con los tuyos
atrapando los recuerdos bajo el dosel de nuestra cama.
Una sorpresa del tiempo, de los sabores de la vida.
Porque la eternidad no dura más de un día, de un segundo
de este segundo
ves, como el sabor amargo cuando el licor amareto deja su hueco vacío en la copa
la eternidad ya ha pasado y nuestro amor sigue.

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