'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

viernes, 21 de junio de 2013

Y en ocasiones ocurre que uno se enamora.


Hay tantas  formas, tantas coincidencias, tantas personas para elegir.
Elegir...
Esa es la principal causa por la cual el amor es a veces una mierda.
Hay quien dice que el amor solo es verdadero cuando implica una eterna dedicación, única e irremplazable hacia quien amamos. Cierto, no obstante... ¿Quién niega que el hecho de enamorarse continuamente de infinitas cosas, momentos, vicios y personas es inevitable? nadie.
Lo es, joder, y hasta el ser más oscuro y escondido acepta su amor hacia  la señorita soledad. Hasta la princesa más comprometida y más enamorada de todos los cuentos no puede esconder su amor por el dragón que tan fiel le es.
Ahora si, ¿cómo concentrar todo tu amor en un solo sujeto?
Existen mil técnicas, mil libros, mil filosofías sobre como amar bien. Yo, sinceramente, encuentro triste la vida del  monógamo. Para qué engañarnos, el mundo está hecho para que nos enamoremos y no hacerlo sería tirar por la borda todo aquello que merece la pena.
Enamórate. Ama todo lo que puedas. Sé fiel a todos y cada uno de tus vicios. Porque elegir es la peor forma de echar pestilllo al corazón. Elegir crea en nuestra mente una jerarquía con todas aquellas cosas que por unos u otros merecen ser amadas. Primer plato, segundo plato, tercero, cuarto...
Qué triste ¿no creen? el mejor sentimiento humano convertido en pesadilla. En dolor...
Yo, muy a menudo, me enamoro. Dos veces al día mínimo. Y hay amores que se olvidan al rato, hay otros que tardan algún día, otros son más pesados e incluso duelen un poco... y otros, amigos, parece que nunca vayan a terminar.  Les cuido a todos por igual, y aunque no siempre es fácil, sé, que la vida enamorado y enamorando es mucho mejor que la de aquel que se resigna a ello.

lunes, 17 de junio de 2013

Utiliza escalera, la Luna está más cerca de lo que piensas.



Miren, una de las siete maravillas del verano, y digo siete porque parece que suena mejor, es, después por supuesto de la siesta sobre las sábanas frías a eso de las cuatro de la tarde, el poder sentarse por la noche a mirar el cielo. Ese cielo limpio y cálido que se tiñe con luz de estrellas. Esas noches eternas en las que sientes en verdad lo insignificante que eres en mitad del espacio infinito, entre tanta esfera brillante, entre tanto baile perfecto. Ese vértigo. Ese frío propio del miedo.


Casi todo el mundo se asusta cuando siente ese vacío, o se asusta o se vuelve loco bajo ese ansia típica de nuestro género por desvelar los misterios del universo. A mí, me suele entrar la risa. A veces sentirse solo, perder el sentido de nuestro mundo inventado, es realmente divertido.


Vemos la Luna, ahí, revolcándose por el cielo, provocándonos con su sonrisa desdentada. Y si no fuese porque alguien ya ha estado allí, doce "alguienes" en concreto, me atrevería a decir muchas cosas sobre ella. No obstante, no vamos a cuestionar la ciencia de nuestros intrépidos exploradores, al fin y al cabo, quién no quisiera dejar su huella en las alturas, en la historia de la humanidad. Yo siempre me vi capaz, aunque sin duda alguna no lo habría hecho tan bien como ellos. No, seguro que no... yo, para subir, habría optado por la clásica idea de la escalera, y la primera huella habría sido la de mi pie descalzo sobre la arena blanca. ¿Botas de goma? Venga, seamos un poco más románticos.


En fin... es igual, quién fuera Neil Armstrong, o cualquiera de esos doce privilegiados con botas de goma.


Supongo que en el futuro nuestro cercano satélite se convertirá en un destino turístico más, en una bola de polvo blanco pisoteado, y el placer de sentirse diminuto tendremos que buscarlo más allá de las cervezas con amigos en las cortas noches de verano.


Así que aprovechen todo cuanto puedan amigos, porque vivimos en un mundo en el que la multitud tiende a degradar la esencia de las cosas.

¿Por qué? Porque tenemos miedo de andar sin nuestras botas de goma, de cansarnos si la escalera del escapismo es demasiado larga. Por eso siempre buscamos que todo sea más fácil, y los grandes retos pasan a ser caminos cortos hacia una felicidad que lo mediocre hace cada vez más lejana.

Olvidamos que no todos los héroes llevan capa, culpamos a la costumbre de escarchar con su rutina el éxtasis de la vida y continuamente convertimos los milagros y los tesoros en negocios de lo cotidiano.




jueves, 13 de junio de 2013

Su pausada forma de ver la vida.



Creo que jamás olvidaré esos ojos oscuros y chisposos.

Se llamaba Pedro. Le llamábamos, Pedro el de la cafetería.

Aún recuerdo el primer día que me invitó a sentarme en aquel taburete y me hizo contarle todo aquello que me procupaba.

No sé cuantas veces tuvo que levantarse para dar la vuelta a esa vieja cinta de música en la que sonaba Bruce Springsteen...

Tampoco sabría deciros cuantas veces más he vuelto para sentarme en el mismo taburete y escuchar sus consejos, su experiencia, sus palabras de cariño y ánimo, su pausada forma de ver la vida.

Seguro que en la cafetería de la facultad no habrá un hombre que quiera sentarse a escucharme ni mucho menos que me reciba con esa alegría...

"Princesa"... me decía.

Recuerdo su cara cuando pensaba, cuando dejaba la mirada en el infinito. Parecía que estaba viendo lo que yo le contaba como quién mira con nostalgia una vieja película.

No sé... pero ¿por qué hay personas en el mundo con las que inevitablemente conectas? Personas que se consideran especiales mutuamente y que son capaces de confesarse secretos sin apenas conocerse. Personas que son capaces de parar el tiempo y de hacernos ver el día a día con una dedicación única.

Nos separan 40 años de vida y aún así podemos decir que nos echaremos de menos.



MC.

Búscala, existe.




Busca una mujer cuyos labios no pierdan volumen cuando los beses. Que sus mejillas no palidezcan cuando las acaricies y que sus ojos no queden blancos cuando llore.

Que sus cabellos se enreden entre tus dedos, que su cuerpo multiplique su hermosura cuando esté desnuda...

Busca una mujer cuyo perfume no vayas a encontrar jamás en ningún otro cuello. Cuyas piernas sean bonitas en verano bajo el sol, y en invierno tras unas medias negras.
Busca que le queden bien las uñas pintadas, sin pintar, con guantes de podar, de ante y de cuero.
Busca una mujer cuyo futuro imagines hermoso. Cuya mente guarde cosas hermosas y cuyas palabras te digan mucho más de lo que por si solas pueden.
Busca con ella los momentos de piano, de sábanas y sol, de risa repentina. También busca los momentos de incendio, de rock and roll y de soul. Busca una mujer que cante con su voz y ría con todos los dientes.

Distracción.



Mi nueva profesora de lengua y literatura está embarazada. Parece una estupidez pero para mi se ha convertido en un motivo de distracción considerablemente molesto.

Cada dos por tres pierdo el hilo y me quedo embobada, mirando su inflado vientre.

Pensar que ahí dentro hay una nueva persona, con una nueva vida por gastar.

Imagino perfectamente la placenta al trasluz, la pequeña silueta escuchando la voz de su madre hablando de elementos extraoracionales, de viejos autores que ya nadie lee, de análisis morfológicos aparentemente imposibles... Imagino que su corazón se acelerará cada vez que nosotros rompemos ese silencio con alguna carcajada.
Entonces, me asalta una duda "¿qué vida le depara al pequeño?" nacerá, habiendo olvidado todo aquello que se sabe antes de nacer, amará la literatura como su madre, vivirá rodeado de clásicos, de sueños, de mundos que ya no existen, crecerá en un colegio pequeño de alguna localidad segoviana, entre niños, plantando árboles y buscando duendes hasta entrada edad, pasará, como todos, la turbulenta adolescencia, incluso dejará de lado sus ideales y valores de cuento para después, sin previo aviso darse de morros con la vida. Estudiará en una universidad, con un sistema educativo que jamás entenderá, para que llegue el día en que deba quitarse la venda de los ojos, saliendo al mundo del empleo para conducir el resto de su vida a ritmo de una sociedad europea cada vez más decadente. Y a su vez acercándose a velocidad vertiginosa, al temido final que a todos nos intriga, y deseando que éste llegue con los fondos suficientes para pagar una incineración que dará su fruto con una bella planta de jazmín.
No quiero irme por las ramas pero si estuviese en uno de mis momentos más pesimistas me atrevería a dar dos toquecitos sobre su guarida y le diría bajito "no salgas, continua tu camino... aquí el mundo no está hecho para ti".
Ni para él, ni para mí, ni para ti, ni para todo aquel que piense un poco más de la cuenta.
Entonces, cuando me dispongo a retomar la interesantísima sintaxis, me entra una nueva duda... ¿qué sería del mundo sin los soñadores, sin los artistas, sin los músicos, sin los reposteros, sin los niños, sin todos aquellos que dedican su vida a los demás? ¿sin los que odian el zoo, sin los que aman el silencio, sin todos aquellos que estudian realmente lo que quieren, sin los no usan paraguas, sin los que aún con prisa son muy felices un viernes por la noche en pleno atasco saliendo de Madrid?
Como muchos otros no sé de donde venimos ni a donde vamos. Pero puedo aseguraros, y esto con total certeza, que merece la pena pasar este dulce y amargo trago.


MC.

1995-2013






Jamás olvidaré ese frío de la madrugada segoviana.

Salí a tomar el aire. Abajo, tras esas escaleras que antes fueron un antiguo teatro, la gente se divertía a base de ritmos binarios y alcohol.

Celebrabamos un final, una despedida, un hasta nunca... aún no he logrado entender el porqué de esa fiesta. En fin, paradojas de la vida.

Era ese momento de la noche en el que ya no soportas los tacones y prefieres el suelo frío, ese momento en el que la sangría ya no hace efecto y las medias han desaparecido entre tanta carrera. Ese momento en el que piensas que ya es hora de empezar el camino inverso, el esfuerzo empleado ha surtido la noche con sus efectos, el objetivo final era ese y ya ha ocurrido. Ahora toca recoger, volver a ser tú, plantear los nuevos caminos, dormir y recuperarse pronto...
Dicen que evitar el pasado es la mejor forma de encaminar el futuro. Siempre fuí reacia a seguir ese consejo tan triste, hasta esa noche.
Porque entonces descubrí que me había enamorado de la forma más tonta y ruin que existe. Me había enamorado de muchas cosas y de una en concreto, y todas ellas debían desaparecer antes de que saliese el sol. Joder, parecía una estúpida cenicienta con zapatos de ante azul.
Sabía, y sé, que nos encontraremos muchas más veces, que habrá cervezas, y habrá un pasado, pero la forma mágica de ver las cosas tiene que cambiar, y tiene que cambiar ahora, YA, de hecho... tendría que haber cambiado esa noche.
Y entre tanta tristeza volví a ser yo, y me cansé de las miradas fugitivas de los porteros de la discoteca, de los comentarios de infinitud de imbéciles que se agolpaban en la puerta, del ruido con el que los demás bailaban.
Entonces me fui, por la misma calle por la que te ibas tú solo que con una única diferencia: yo, ya no te recordaba. Me juré olvidar ese guiño de ojos, esa vida corta que compartimos.
Salió el sol, y todos y cada uno de nosotros empezamos de nuevo, un camino inverso, una vida distinta.

MC.