'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

jueves, 13 de junio de 2013

Distracción.



Mi nueva profesora de lengua y literatura está embarazada. Parece una estupidez pero para mi se ha convertido en un motivo de distracción considerablemente molesto.

Cada dos por tres pierdo el hilo y me quedo embobada, mirando su inflado vientre.

Pensar que ahí dentro hay una nueva persona, con una nueva vida por gastar.

Imagino perfectamente la placenta al trasluz, la pequeña silueta escuchando la voz de su madre hablando de elementos extraoracionales, de viejos autores que ya nadie lee, de análisis morfológicos aparentemente imposibles... Imagino que su corazón se acelerará cada vez que nosotros rompemos ese silencio con alguna carcajada.
Entonces, me asalta una duda "¿qué vida le depara al pequeño?" nacerá, habiendo olvidado todo aquello que se sabe antes de nacer, amará la literatura como su madre, vivirá rodeado de clásicos, de sueños, de mundos que ya no existen, crecerá en un colegio pequeño de alguna localidad segoviana, entre niños, plantando árboles y buscando duendes hasta entrada edad, pasará, como todos, la turbulenta adolescencia, incluso dejará de lado sus ideales y valores de cuento para después, sin previo aviso darse de morros con la vida. Estudiará en una universidad, con un sistema educativo que jamás entenderá, para que llegue el día en que deba quitarse la venda de los ojos, saliendo al mundo del empleo para conducir el resto de su vida a ritmo de una sociedad europea cada vez más decadente. Y a su vez acercándose a velocidad vertiginosa, al temido final que a todos nos intriga, y deseando que éste llegue con los fondos suficientes para pagar una incineración que dará su fruto con una bella planta de jazmín.
No quiero irme por las ramas pero si estuviese en uno de mis momentos más pesimistas me atrevería a dar dos toquecitos sobre su guarida y le diría bajito "no salgas, continua tu camino... aquí el mundo no está hecho para ti".
Ni para él, ni para mí, ni para ti, ni para todo aquel que piense un poco más de la cuenta.
Entonces, cuando me dispongo a retomar la interesantísima sintaxis, me entra una nueva duda... ¿qué sería del mundo sin los soñadores, sin los artistas, sin los músicos, sin los reposteros, sin los niños, sin todos aquellos que dedican su vida a los demás? ¿sin los que odian el zoo, sin los que aman el silencio, sin todos aquellos que estudian realmente lo que quieren, sin los no usan paraguas, sin los que aún con prisa son muy felices un viernes por la noche en pleno atasco saliendo de Madrid?
Como muchos otros no sé de donde venimos ni a donde vamos. Pero puedo aseguraros, y esto con total certeza, que merece la pena pasar este dulce y amargo trago.


MC.

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