'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

viernes, 18 de abril de 2014

Así miro yo el mundo.

Me gustan el mar
las letras
el otoño
y las arrugas de la frente
porque hablan sin hacer un solo ruido.

Me gustan los besos en los puertos
las cartas de amor
las personas que miran desde los puentes
la gente que espera de pie
y las flores que crecen en los bordes de las aceras,
porque todos ellos son un grito contra las distancias y los asfaltos,
una carcajada
diciendo: 'mátame, que el mundo sigue vivo'.

Me gustan las playas de piedras
los rostros sin maquillaje
las camisas sin corbata
y los rizos despeinados,
porque ellos son y están
sin que nadie les diga que van al revés.

Me gusta la paz
porque existe la guerra;
las sonrisas
porque existen los motivos para no sonreír;
y la imaginación
porque existe la realidad.

Me gusta escuchar
quedarme con la duda
y equivocarme
porque hay quien habla mucho
lo soluciona todo
y se siente perfecto,
y solo así se diferencian los estúpidos
-con perdón-
de los que saben.

Me gustan los besos en la frente
porque no son ni pasión
ni un saludo forzado.

Me gustan los caminos entre prados
los paseos marítimos
y las discusiones sobre nubes
porque no van a ninguna parte.

Me gustan los trenes de llegada
los viajes jugando en el salón
y el amarillo de la infancia
porque en ellos nadie entiende de despedidas.

Me gusta Anna Fisher
los que se desnudan delante de los tanques
los que emigran y se atreven a decir hogar
los que se reinventan cada día
los héroes sin capa
los que salen a la calle a luchar con las manos vacías
y los que se arman hasta los dientes con palabras,
porque
ellos
son el pellizco que necesita la humanidad.

Me gustan los sinceros
los tranquilos
los que miran a los ojos
y los que entienden de música,
porque... en fin,
basta echar un vistazo a la calle
para querer llevarse las manos a la cabeza...

Me gusta viajar porque existen los lugares
y despertarme con sol porque eso significa sábado y domingo.

Me gustan las extinciones
los descubrimientos
los eclipses
y el mundo
porque todos ellos son casualidad.

Me gustan las azoteas
porque existe un cielo;
las ventanas
porque existe la luz;
y la hierba
porque existen las ganas de tumbarse al sol.

Me gusta la libertad
las jaulas con la puerta abierta
la fundición de cadenas
y las ciudades sin murallas
porque existen las marionetas.

Me gusta el silencio, a veces,
porque la gente es ruido.
Y, a veces, me gusta la gente
porque a su lado tu ruido interior se vuelve viento.

Me gustan los imposibles
las madres
las caídas hacia el cielo
los tratados de paz
las palabras: futuro, poesía y galaxia,
porque existen personas que brindan por ellos
aún habiendo caminos más fáciles.

Me gusta el recuerdo
porque eso es lo que somos;
los magos
porque creemos que no existe la magia;
y los paisajes
porque existen los escombros.

Me gustan los funambulistas
los niños caminando por los bordes de las aceras
los acabados alejándose del borde del preicpicio
y los que tratan de vivir en el hilo de la enfermedad,
porque son una terrible metáfora de la vida.

Me gusta escuchar hablar sobre las sirenas y las luces de la guerra
los músicos más o menos sonrientes del metro
y las cicatrices curadas
porque significan sobrevivir
o querer vivir,
que aunque no nos demos cuenta son lo mismo.

Me gustan
los primeros brotes verdes
después de las hogueras.


...así miro yo el mundo.
A lo mejor ahora me entendéis.



MC.

martes, 15 de abril de 2014

Uno.

Desde que supimos que el mundo era un jardín cruel en equilibrio
y la vida un rato breve y sin sentido
no hemos podido dejar de hablar del amor,
que así es como llamamos
a nuestra forma de dar la mano
a las personas con las que queremos arreglar los destrozos de la vida
y del mundo,
esos que a Dios se le escapan.

Desde que supimos que era mejor morir acompañado que solo
y que para eso había que inventarse algo grande
-una excusa
para quedarse-
no hemos podido tener una idea mejor:
amor.
Así lo llamamos,
al sabor de las cosas hermosas que no entendemos
a cada fin del mundo que provocan cada día
en millones de lugares de la Tierra
los cruces de miradas que sin hablar se entienden.

Desde que supimos como respirar de dos en dos
como acompasar
-sístole
diástole-
las curvas del corazón,
no hemos dejado de querer no estar solos.

Como si necesitásemos algo más que amigos y familia
para decir
que nuestra vida es feliz.
Como si estando solos
fuésemos una mitad perdida,
cuando
en verdad
lo grande del amor
no es encontrar a tu otra mitad,
sino saber encajar con un distinto, siendo uno.


MC

miércoles, 2 de abril de 2014

Recetario para heridos de gravedad.

A ver, amigos:
Medicina es dar un paseo cuando hace frío en primavera,
es respirar despacio,
es dejar que el sol nos cierre los párpados rojos,
es tocar lluvia, de vez en cuando.

Medicina es amigos
risas
más amigos
y más risas,
y así eternamente...

Es mirar la montaña desde su falda
dedicarnos un rato a escuchar el silencio
leer en papel
abrir las cortinas aunque esté nublado
escapar de Madrid
mirar de cerca las hormigas del suelo
y que nos toquen el pelo.

Medicina es un abrazo
una canción,
el personaje de un libro,
esa película que nos sabemos de memoria.
Un viaje a cualquier lugar,
un detalle de alguien que no conocemos
una sonrisa porque sí
un encuentro impensable
un plan improvisado
una siesta el día que no podíamos quedarnos dormidos.

Medicina es mirar de poquito en poquito
acostumbrarse al inalcanzable horizonte
pisar aceras como quien camina por la playa
aprender de la belleza de la destrucción
y quitar el volumen a la tele.

Además, es un achuchón de abuela
una manzanilla
un zumo de naranja
un baile en una plaza
y un cuadro del mar en el salón.

Medicina es una caricia
un chiste
un regalo.
Y también, aunque no lo creáis,
es llorar
estar solo
y morir.

Medicina es encontrar personas con fe,
es donar sangre,
es una tormenta en agosto.
Es hablar con un hermano,
jugar de vez en cuando
y Abril para los suelos secos.

Es besar como quien abre puertas
y no las cierra,
ver como reviven las velas tras su uso en miles de apagones,
dejar de contar los segundos y darles nombre a cada uno de ellos,
que te regalen una flor el día de tu cumpleaños,
dormir hasta las doce,
brindar por alguien
y desprendernos de las cadenas.


Ya sabéis,
olvidaos de las aspirinas,
sobres,
jarabes,
cirugías estéticas
y dietas...

porque el mundo es sabio
y donde pone una espina nace una flor;
donde se esconde el veneno espanta a los amigos;
llama desierto a los lugares sin agua, para que los reconozcamos;
pone estrellas para que no queramos estar siempre aquí;
nos regala un verano después de un invierno
y una muerte después de una vida,
por si nos cansamos.

Porque medicina es todas esas cosas que nos hacen sonreír por dentro,
cuando la boca está quieta
y el alma
con los ojos abiertos.


MC.