nos llenan el estómago de 'sinpalabras'.
No sé que quisiste decir
con eso de
...
el caso es que no pude pedirte nada:
ni un 'quédate, no te marches'
ni medio 'yo te quiero'
ni un 'déjame, al menos: besarte'.
Es como una maldición
en la que cada punto
te roba una frase.
Qué cruel es la duda
cuando se deja escribir
y no responder.
Qué difícil salir del pasillo
cuando no hay letreros en las puertas,
y confundes la calle con su cuarto,
y tu cuarto con su escritorio.
Cuando me haces así: ¿ ?
con toda tu cara
-bonita-
al espacio entre este '¿' y este otro '?'
lo llamo 'corredor de la muerte'o mejor aún
'la milla verde'.
Cuando estás detrás de la mesa del café
escuchándome con los ojos,
abriéndome el buzón de las ganas
y llenándolo de posdatas largas,
siempre recuerdo
que siempre supe
que utilizar folios A3 en mis cartas
era excesivo.
Y que los sobres reutilizados
al final
no son más que motivos de tristeza.
Abrir un sobre de hace tres años
-con mi antigua dirección tachada-
con una carta peligrosa de antes de ayer,
es como mirar la boca que un día te dijo 'te quiero'
vocalizando,
con todas sus letras:
't e o d i o'.
Ahora dudo
si tus cartas eran mensajes
o un mero póquer
inventado.
Y es que al final
lo hicimos todo bajo el mismo sello
bajo la misma orden divina de: Correos,
y ahora en mi salón no caben más cartas
ni en mi pecho más letras de ti.
Es como querer morir
despegando sellos de París
-y recordar aquel hotel-
para pegar uno
con la cara de un rey feo.
Malditas postales.
Ahora el recorrido hasta tu portal
a mis ojos
parece un campo minado de puntos suspensivos.
Siempre recuerdo
que siempre supe
que aunque solía olvidar tu cumpleaños
-por dentro-
te estaba regalando demasiado de mí.
y que algún día
no entendería el idioma de tus posdatas,
no olvidaría tu dirección,
y de tanto evitarlo
no recordaría donde conseguir sobres para devolver todas tus cartas.
MC
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