'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

miércoles, 5 de marzo de 2014

De personas con alas.



No será ésta
la primera
ni la última vez
que oís
eso de que la gente
no es más que tráfico
en las arterias de la vida;

ni eso que suelen decir,
cuando nos quedamos solos,
de que el mundo es el mar
y existen miles de millones de peces
ahí fuera,
en ese lugar
que no llamamos hogar
pero que sí lo es.

Eso siempre nos ha hecho sentir
un poco
a contracorriente
¿verdad?
Todos sabemos
desde bien temprano
lo que es sentirse
solo entre la gente.

Espero que ésta
no sea tampoco la primera
ni la última vez
que oís
eso de que aquí
lo único azul es el cielo
y el resto
son reflejos.

Vamos,
que lo del mar...
                         es trampa.



Hace ya tiempo
descubrí
que todas las historias
empiezan así:
cuando llamamos azul
al color de lo puro,
de lo real.
Al color de las cosas
que todos buscamos.

Nuestra historia fue un poco así,
un poco reflejo
y otro poco
cielo de verano.

Supongo que sabéis de lo que hablo;
seguro que vosotros
también tenéis una historia
que empieza en unos ojos azules
y termina en unos párpados
inertes;
que empieza en las estrellas
y termina
con una tormenta.

Podréis perdonarme
si os digo
que puestos a mirar la vida
a través de espejos,
merece la pena
olvidarnos de todo
y volcarnos mar adentro
como marineros
sin deudas con la tierra.

Qué me decís
si además, os digo
que los que os han dicho
que existen muchos peces
ahí fuera
en todo ese reflejo azul,
es porque nunca
han conocido un pájaro,
y que no tienen
ni
idea
de lo que es volar,
ni de lo fácil que es ahogarse
cuando te cortan las alas.

De lo que significa
que te hagan nube,
y que llegue el frío
y en vez de morir
como las flores de la tierra,
te precipites,
en la caída más viva
de la historia de tus segundos,
para hacer feliz,
ni más ni menos
que a las personas que bailan bajo la lluvia.

Cierra los ojos.
Imagínalo.

Supongo que todos
estáis pensando
en esa fotografía
que
al final
nunca os hicisteis.

Supongo que ahora
me odiaréis,
por romperos
todos esos proyectos de olvido
tan frágiles
que lleváis meses preparando.

Y lo siento,
pero los finales
también están en su derecho
de ser historia,
con comienzo
nudo
y desenlace.

Mi historia,
vuestra historia,
es un intento más
de llenarnos la vida
de personas de esas
que destiñen azul
por todas partes,
y que presumen de cielo
y de playas,
y que pueden volar
si se lo pides.

Personas que seríamos incapaces
de imaginar
en mitad de ese tráfico de gente
indiferente.
Personas que nos revolotean
y nos hacen descubrir
verdades
tan diminutas
como universales.
Tan complicadas
como vivir
y ver que se acaba;
tan tristes
como entender
que el día que nacimos
no fue más
que un desperfecto
en las rutinas de la inexistencia.

Decimos 'gente'
con tono despectivo
a todos aquellos
sin huellas azules,
sin huellas en nuestra vida;
Porque, entre ellos
y sus ir y venir,
las personas de verdad
se ven quietas,
solas
entre miles de millones de iguales.

Porque en ellos,
en su tráfico,
no nos caben
las personas con alas
ni los espejos sinceros,
ni el aire
para volar.

Porque
como buenos hijos de Ícaro,
nuestras historias
nacen
con vistas al cielo,
y mueren
con una zambullida
sin acrobacias,
rumbo al centro de la tierra.


MC





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