'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

viernes, 23 de mayo de 2014

De tiempo y otras formas de desmelenarse.

¿Hace cuánto que no te ríes de ti mismo
del perfil torpemente bello de tu rostro
de la gracia secreta de los tropiezos solitarios?

¿Hace cuánto que no te lanzas al vacío de una duda
para besarla
como no hacen los miedosos
como hacen los que no conocen las respuestas
los que  sonríen sin interrogantes?

¿Hace cuánto que no olvidas la hora
el día en el que vives
la ansiedad de mirarnos siempre desde dentro?

¿Hace cuánto que no le pisas los talones a los sueños
que no escupes el barro de la mentira
para llenarte la lengua del sabor de la verdad,
que no pruebas a desenvolver el regalo de lo inesperado?

¿Hace cuántos cuantos que no te pones los zapatos de las alas en los tobillos
que no te atragantas con el aire de la risa
que no te permites un golpe de amor
de esos que te llenan la mandíbula de agujetas
de lluvia de verano?

¿Hace cuánto que no te dejas caer por la calle de los charcos
que no brindas en los bares porque piensas comerte el mundo
porque has sabido decir 'no'
porque has gritado para romper un silencio transparente que pesaba como la piedra?

¿Hace cuánto que no le das la mano a alguien para cruzar
que no te sientes protector
ni protegido,
que no te dejas llevar por las noches de siempre
con los de siempre
para hacer lo de siempre:
matar a soledad, nostalgia y hasta nunca,
y enterrarlas juntas
antes de volver a casa?

¿Hace cuánto que no le pones caricia a la hostia aburrida de la rutina
que no le das verso a la lista en prosa de las obligaciones?

¿Hace cuánto que no tiras la llave de la tristeza al mar
aunque sepas que siempre vuelve?
¿hace cuánto que no dejas todo para  atreverte?

¿Hace cúanto que no dejas de contar los desperfectos de tu espejo
la lana del insomnio
las arrugas de tus viejos,
los minutos que tardas en torcer la esquina
bajar la calle
saltarte el semáforo
y aparcar
para llegar a la misma oficina plastificada de siempre?

¿Hace cuánto que no dejas de imaginar la música para tocarla
que no coges flores para regalárselas a otra flor
que no rompes un plato para fijarte en el instante en el que no vuelve a ser el mismo?


¿Hace cuánto que no te descalzas para llenar de huellas arqueadas el asfalto
para dar envidia a las nubes intangibles?

¿Hace cuánto que no rompes los vestidos con el dulce
que no te amarras al puerto de los hombros para llorar
que no dices el otro día para decir antiguamente?

¿Hace cuánto que olvidaste el amarillo
que vendiste la libertad rodeando las vallas
que perdiste un tren corriendo y no sentado en el salón de la resignación?


¿Hace cuánto que no llenas tu cartera de juguetes
que no mojas con café el libro de desayunar
que no imaginas tu ciudad cuando era selva
que no recortas de las revistas las fotografías del mar?

Hace cuánto que no te despeinas
y piensas
qué bien me sienta el viento,
qué guapa estoy desordenada.

MC



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