'La poesía es un retrato sin pudor de los huecos que dejan las personas en nosotros'. MC

martes, 27 de agosto de 2013

Carpe Diem


Son las tres de la madrugada y no puedo dormir.
 Ha sido otra vez esa maldita frase: "cada segundo es oro". Me ha despertado, con el mismo golpe brusco de un despertar bajo la lluvia fría, con el mismo escalofrío que produce el corretear de una araña por el cuello.
Y yo, que siempre ando condenando los caprichos del tiempo, su prisa y su falta de tacto, no puedo evitar pensarlo... 
"Cada segundo es oro". Así, con esa convicción, una y otra vez.

Hace ya tres veranos que aquel viejo amigo me delató, jamás olvido aquella frase: "María, tú tienes un problema, y es que vives cada segundo como si fuese una vida entera".
Tenía quince años, dieciséis, yo qué sé... El caso es que  tenía razón.
Tanta razón, que al final me he dado cuenta de que llevo dieciocho años construyendo una vida llena de vidas. Miles de segundos marcados por una diferencia crucial, cada uno tiene su propia historia.
Ésta verdad roza la utopía. En un instante tan breve y tan efímero no es posible que ocurra nada de lo que posteriormente podamos ser conscientes. Un acto reflejo, un parpadeo, medio latido del corazón. Nada de lo que pueda hablaros.
No obstante, un segundo es





Poco más de lo que has tardado en recorrer con la mirada este espacio en blanco. Cuatro líneas, más o menos. Ciento sesenta letras. Entre microcuento y refrán.
¿Cuántas historias no caben en ese segundo tuyo?
¿Cuántos segundos ignoras?  Escondiéndolos bajo títulos mayores:   minutos, horas, días. Por pereza, por miedo a darte cuenta de una verdad que el masoquismo del tópico ha tapado: "La vida es larga". Sí, mucho más de lo que imaginamos.
Es por ello que yo, aun siendo joven, me atrevo a denunciar vuestro estúpido carpe diem "vive cada día como si fuera el último".
Y os ofrezco el mío: "vive cada segundo, como si fuese una vida entera".

Porque nadie podrá contar vuestras historias, nadie podrá escribirlas, pero la sensación que deja el buen cine bajo los párpados, el vapor de la ducha haciéndose frío en las pestañas, el licor suave bebido directamente desde su vaso, esa sensación vaga de no poder con más belleza, de no entender de tiempo ni de mundo, esa sensación no puede escribirse, no puede hablarse. Como el segundo, que es sólo recuerdo. Sólo una sonrisa breve en el rostro, un hueco no vacío en la historia de nuestros minutos.

Y es que la vida es así de muda, y hemos de llenarla con todas esas cosas que no entendemos, que no sabemos guardar de otra manera.
Del mismo modo que bebemos el champagne sin contar sus burbujas, y que limpiamos nuestros labios de la sal del mar sin contar sus cristales.
Con esa paciencia propia de quien vive cada segundo aún sabiendo que jamás podrá hablar de ellos, y que se ríe de la prisa de todos aquellos que viven "día a día", o más bien "de día en día", saltándose todas esas maravillas que hay entre medias, lamentando el paso ligero de la juventud y excusando su brevedad con tópicos que, aún siendo ciertos, no acaban de entenderse bien.
Vivir, del mismo modo que leemos sin contar las letras, que nos acariciamos sin contar los poros de la piel. Con esa pasión propia de quien no cuenta su tiempo, simplemente lo vive sabiendo, que la vida, puede ser larga.

M.C.

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